Real Unión de Criadores de Toros de Lidia

Don Borja Domecq afirma en Aplausos lo “urgente” que es cambiar la puya actual

El ganadero y actual representante de la ganadería de Jandilla, don Borja Domecq Solís afirma en una entrevista publicada hoy en el semenario taurino Aplausos la ”urgente» necesidad de cambiar la puya actual. Esta y otras reflexiones aparecen hoy como tema de apertura en el trabajo que firma José Luis Benlloch y de la que dado su interés extractamos a continuación las respuestas más interesantes:

Cambiar la puya actual
[…] Se dice que hay que cambiar el caballo [de picar], pero yo en en eso no estoy de acuerdo. No porque no fuese más bonito lo antiguo, que seguramente lo sería, sino porque hay que ser consecuente con la filosofía general de la humanidad . y si se lucha en el mundo entero para que cada vez el riesgo que asuma cada trabajador sea menor, por qué los picadores no van a tener derecho a que les ampare esa filosofía. Así que apoyo que el caballo sea grande, pero también participo de la idea que es urgente cambiar la puya actual.”

Tal y como es ahora [la puya] son tres cuchillas de aféitar que penetran y destrozan al animal por dentro cada vez que se mueve el palo.

[La puya tiene que ser] más delagada, más larga si quieren, pero sin filos. Actualemente, tal y como es la puya, con apenas un puyacito que dicen, el cincuenta por ciento de los toros donde se paran hacen un charco de sangre.

Reconocimientos en el campo
Con la ley que nos llega de Bruselas, la que inviabiliza los movimientos de retorno, las corridas habrá que aprobarlas en el campo. Con esto se irá a lo que tuvo que ser siempre, a que la discusión y el acuerdo no se produzca en el destino sino donde se fabrica. Así se acabarán las tonterías y malas interpretaciones que existen hoy en día. Se sabrá que te han comprado lo que a ellos les gustaba.

El público manda
Movilidad y algo que yo considero fundamental, que cuando no sale el toro bueno, ése que nos pone de acuerdo a público, torero y ganadero, loa otros satisfagan a un cincuenta por ciento a los toreros y el otro cienuenta les obligue a luchar, que sea un animal que se mueva y que sea bravo, aunque le falten otras virtudes […]

[…] Hay que conseguir que en el cincuenta por ciento de las tardes se divierta [el público], unas veces porque han disfrutado viendo cómo un torero se imponía a un toro que no tuviese largo recorrido o que repusiese con una velocidad, carencias que impiden el toreo sosegado.

Lo que digo es que como ganadero tengo una puesta a medio y largo plazo, acertar cuáles son los modismos y los gustos que va a imponer el público. El público es el que manda[…]

Hay que hacer caso a las indicaciones del público y crecer, acentúar aquellas virtudes que la bravura demanda. Las que permiten que el público se divierta y se sienta atraído.